15 jul 2009

Gabriela es Pro


Con gaby vuelven los guardias de plaza

14 jul 2009

George Orwell, ¿Por qué escribo?

Desde muy corta edad, quizá desde los cinco o seis años, supe que cuando fuese mayor sería escritor. Entre los diecisiete y los veinticuatro años traté de abandonar ese propósito, pero lo hacía dándome cuenta de que con ello traicionaba mi verdadera naturaleza y que tarde o temprano habría de ponerme a escribir libros.
Era yo el segundo de tres hermanos, pero me separaban de cada uno de los dos cinco años y apenas vi a mi padre hasta que tuve ocho. Por ésta y otras razones me hallaba solitario, y pronto fui adquiriendo desagradables hábitos que me hicieron impopular en mis años escolares...
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vamos todos a la escuela!


AudioVisual sobre la crisis edilicia en la Escuela Pública. Realización conjunta artistasenlucha-beca (www.becaenlucha.blogspot.com)

infocatastro elecciones

El Pellejito

cuento de los yunques... pura creación contracultural

Se afana por mantener su cuello en la clandestinidad -según dicen en reivindicación de su pasado montonero- pues luego de numerosas cirugías faciales son incontables los repliegues de piel, los pellejos colgantes, que asoman por sobre su ropa, debajo de su faz estirada. Esta parecía ser la mejor opción ante la propuesta de ocultarlos detrás de sus orejas, anudados en forma de moño.
La mitad de los cronistas dedicados a estudiar sus labores diarias la denominan por el apellido de su cónyuge, aunque en los altos círculos ilustrados se diga que la magia en su pareja no es precisamente digna de un espectáculo (si es que alguna vez lo fue).
Lo anterior, en realidad la incomoda bastante, pero no por la velada falta de acción sino por que la atormentan problemas de autoestima y doble personalidad a los que esta manera de referirse a su persona parecen enmarañar aún más.
A esta altura de su vida ya no encuentra consuelo en lo apetitos terrenales de la carne -a la cuál, por otro lado, es una de las pocas personas en este país que aún le saca provecho-.
Goza de sus paseos a lo largo de la residencia prestada -con alquiler gratuito, pagado por todos los demás habitantes del país- en la que se hospeda durante la semana.
Se le atribuyen ciertas fantasias dinásticas cuando simula, en su interior, reconstrucciones teatrales en las -con la peluca rubia calzada- se adjudica la impostura de cierta referencia pasada a la que le han dedicado películas y libros por cantidades industriales... Aunque aún era niña cuando eran sus próceres (la Eva y el General) los que la habitaban.
Hay quienes aseguran que interrumpe el silencio de las noches, desde los balcones, canturreando 'don´t cry for me Argentina', horrorizada por los sobresaltos que suele sufrir cuando despierta, desprevenida, junto a la cara malformada de su marido... con quien las malas lenguas dicen que la une mucho más o mucho menos que las razones sentimentales.
Jorge camina, ya sin sentir las piernas. Se aproxima a la estación que lo acercara a su casa. Tres hijas esperan ansiosas su llegada. Tiene a su cargo la cena, el almuerzo, el desayuno, la merienda. Desgastado por su larga jornada de trabajo, piensa también en útiles, guardapolvos y medicamentos.Suele recordar lo que era tener una entrada fija para el hogar, la tranquilidad a fin de mes. Rememora, al observar talleres textiles, su momento de trabajador asalariado. Cuando no lidiaba con los aprietes policiales ni con decretos que lo dejan sin lugar donde ganarse el pan.
El es un inmigrante, que vino como tantos otros en la historia argentina a trabajar para nuestro país. Pero su objetivo y el de sus compatriotas es muy distinto al de los inmigrantes de antaño.No vino a 'hacerse la America', a buscar un mundo nuevo. Vino de un país muy cercano en busca de su supervivencia y la de su familia. Tenía mucho en su país: estudio, vocación y voluntad de trabajar. Pero vino porque no tenía forma de sobrevivir, lo tenía todo pero en potencia. Acá no tiene nada, salvo la posibilidad de comer él y de dar de comer a su familia. Y todo esto lo tiene a cambio de dejar 10 horas diarias su salud y su tiempo, los mejores años de su vida, para que otros vivan como él no va a vivir nunca; para que otros disfruten del confort de los departamentos que construye a cambio de un par de chapas que no paran ni la lluvia ni el frío.}La mujer -cargada de tiempo libre-, mientras es asistida por su estilista, recuerda a través del espejo nostálgicamente cada pellejo arrancado de su rostro. Sí, también añora sus arruguitas. Podríamos decir que una arruguita en el rostro de una persona nació de una anécdota, de un año más en el mundo, de una historia, de momentos buenos o malos, porque son como las cicatrices, marcas profundas que se producen por la historia de las personas.
Paradójica pero razonable nos resulta la interrelación que mantiene la mujer con sus innumerables pellejos, los ya extirpados y los a extirpar. Y de hecho ella los ama y odia, por un lado, al extirparlos juega a contrarreloj por mantener estática, inmóvil -carente de vida- su condición actual, la cual le genera mucha comodidad y intenta de esa manera desconocer el carácter inevitable de los hechos que suceden, y por el otro, en el momento en que le hacen el brushing se pregunta por su verdadero rostro a su edad, sin modificaciones.
Ve su boca y a la vez piensa con cierta incertidumbre en la que crearon sus padres nueve meses antes de su impulsión al mundo. Pero prefiere deshacerse de esos planteos que le generarían a la larga más malformaciones en su rostro si es que se hace de este asunto un problema, por lo que concluye el debate consigo misma bajo la consigna de vivir al máximo durante 4 años y luego darse por jubilada y comenzar a cobrar indemnizaciones al resto de la sociedad.
Lo que ella ahora ve en su boca -y le resulta picardía de su parte- es la cantidad de bucales que ha realizado entre viajes al exterior en el ultimo tiempo. Más le llena de orgullo y hasta le excita la idea de saber que son bucales representativos y democráticos, son bucales para salir del infierno. Entonces se enorgullece, lo que da lugar a la relajación de sus músculos faciales viejos y entorpecidos sólo por dentro. En realidad esta mujer es una depravada ninfómana, la real encarnación de la señora de Saint-Ange creada por el Marqués de Sade en 'Filosofía en el Tocador'. Pero sin embargo es selectiva y estructurada a la hora de elegir a sus múltiples pretendientes y el parámetro especial no está dado a la buena de Dios.
El imaginario común que todos tenemos al hablar de depravadas ninfómanas es que la elección se basa en relación con el tamaño, color, anchura, textura o sabor de los órganos sexuales que ella impunemente se introduce en la boca y el resto total de orificios posibles, pero la señora es toda una ramera de vocación; neo-libertaria y exótica y prefiere realizar catación de billetera y capitales accionarios antes que distinguir el sexo y los géneros. En la distracción se resbala al cuello un chorro de saliva que la mujerzuela dejó caer con imprudencia pensando en esto último. Quería pasar por inadvertida, pero comenzó a ratonearse discretamente -no podía hacer mucho ruido frente a su asesora estilista- fantaseando en los próximos viajes.
Jorge todavía está volviendo a casa. Se embarra el calzado introduciéndose entre callejuelas apenas esclarecidas por lamparitas que cuelgan rústicamente de las precarias paredes de las casas. Esa oscuridad casi total las hace brillar en el paisaje como retazos de luz metidos en frasquitos. Allá en el barrio no hay muchos edificios, y los techos bajos hacen que el cielo se muestre por completo, aunque también a la vez hace al cielo de los vecinos del barrio mucho más lejos de la tierra que en el centro de la ciudad.
Él se preguntaba si todo esto tenía algo que ver con Dios, el tema del alejamiento del cielo en estos barrios. Quién iba a pensar que esa noche entera no dormiría, que llegaría encontrando a sus dos hijas en el intento de socorrer a la del medio, quien gritaba de dolor, con lágrimas en los ojos, convulsionada y herida por un balazo inintencional, que la ambulancia que llamarían nunca llegaría por considerar inseguros esos pagos, y que perdería una de las tres razones para vivir todos los días, viendo ante sus ojos que su querida hija se desangraría esperando a ser atendida en el hospital público menos lejano, hasta convertirse en cadáver, en cuerpo muerto, en otro pellejito de Cristina.

poesía de "La Furia del Libro" de Posfay

que no tengo para comer
que apenas si como
que los niños comen menos de lo que crecen
leen menos de lo que oyen
hablan menos de lo que piensan
que es fácil enfermarse y muy difícil curarse
que drogan a los pobres con drogas baratas
que drogan a los ricos con drogas caras
que drogan con televisión
con fútbol
con teléfonos
con mentiras
con espanto
con terror
que quiero ser alto y musculoso
que quiero ser flaca y tetona
que quiero tener ese auto cuando hay miles a pie
que quiero esa ropa que es mejor que mi piel
que dependemos de un jefe
dependemos de un líder
dependemos de un sueldo
que los delincuentes te envían a las cárceles
que se apropian lo de todos
y te prohiben lo de ellos
que opinan y no dejan opinar
que la mentira es millonaria y la verdad mendiga
que mi abuelo se quejó
y mi padre se queja
y yo me quejo viviendo en jaque
y dejo mis quejas de testamento
que el esfuerzo de todos es para unos
y trabajo
trabajo
trabajo
creyendo digno el único día que hace mi sueldo
y el resto del mes trabajo
trabajo
trabajo
trabajo en mi contra
(todos para uno y ninguno para todos)
que el de adelante tiene mal olor
y el de al lado feo aliento
y el de atrás es mala persona
y entonces vamos separados en este laberinto
cuya única salida está hecha para que pase una multitud
y ningún hombre solitario
que qué vas a hacer
que no podés hacer nada
que para eso están los demás
que por suerte vos...
que siempre fue así
que es así
que así será
que tengo un hijo
que tengo un alma
que tengo miedo
que ya vamos a estar mejor
que vamos a estar bien
que vamos a estar igual
que vamos a estar
que deseás comprar lo que no necesitás
quiero eso porque lo vi en la pantalla
canto eso porque lo oí en la radio
digo eso porque lo leí en el diario
pienso eso porque no me enseñaron a pensar
que lo importante es el amor
y los chicos que no lo tienen carecen de importancia
que hay vida en otro planeta aunque mueran los de acá
que yo no me meto y me quedo afuera
que vos no te metés y te quedás afuera
que el otro se mete y lo sacan de este mundo
que funcione y entonces me sumo
que allá ellos
que acá ellos
y en todas partes ellos
nos invadieron sin tocarnos
que dios es bueno
es justo
y también existe,
que iré al cielo
aunque puede estar alambrado como la tierra
que yo soy más importante que tu
yo soy más importante que el
yo soy más importante que nosotros
yo soy más importante que vosotros
yo soy más importante que ellos
soy más feliz si compro
soy más feliz si uso
soy más feliz si no soy
que no me toquen el bolsillo
que debo el dinero que me robaron
y no tengo para pagar lo que me quitan
que sacamos el olor pero no la basura
que matan y los asesinos sonríen en el cementerio
que el patroncito me caga y le limpio el culo
que mi vida va parar a un banco suizo donde nadie cuenta la pobreza
que lo importante está adentro
allí hay que cambiar mientras muchos no tienen dónde esconderse
que soy pacifista y mientras los muertos no sean por bomba considero que hay paz
que la princesa tuvo un romance y la vecina es una puta
que el artista está alcoholizado y mi amigo es un borracho
que el nene rico se equivocó y mi hijo es un delincuente
que el policía cumplió su deber y el malviviente es un asesino
que el blanco sonríe y el negro no tiene dientes
que ajustan el cinturón pero no las sotanas
que gano en lata y pago en oro
que nuestros ahorros son deudas
que la industria se importa
que mi única tierra la llevo en las uñas
que las malvinas son argentinas
y argentina no se sabe de quién es
que entierran a los negros y se llevan el petróleo
que sacan el gas y nos dejan la mierda
que encierran el agua y nos dejan la sed
que talan un bosque y muestran el arbustito que plantaron
que protesto y soy violento
que me defiendo y soy terrorista
que me dejo y soy buen ciudadano
que esto se termina
que esto recién empieza
que no nos alcanzarán las montañas para sepultarlos


Guillermo de Posfay- poesía de "La Furia del Libro"

LO POPULAR - Homero Manzi

Alguna vez, alguien que sea dueño de fuerzas geniales, tendrá que realizar el ensayo de la influencia de lo popular en el destino de nuestra América, para, recién entonces, poder tener nosotros la noción admirativa de lo que somos.
Esta pobre América que tenía su cultura y que estaba realizando, tal vez en dorado fracaso, su propia historia y a la que, de pronto, iluminados almirantes, reyes ecuménicos, sabios cardenales, duros guerreros, y empecinados catequistas ordenaron: ¡cambia tu piel!, ¡Viste esta ropa!, ¡Ama a este Dios!, ¡Danza esta música!, ¡Vive esta Historia!
Nuestra pobre América que comenzó a correr en una pista desconocida, detrás de metas ajenas, y cargando quince siglos de desventajas.
Nuestra pobre América que comenzó a tallar el cuerpo de Cristo cuando ya miles y miles de manos afiebradas por el arte y por la fe, habían perfeccionado la tarea en experiencias luminosas.
Nuestra pobre América que comenzó a rezar cuando ya eran prehistoria los viejos testamentos y cuando los evangelistas habían escrito su mensaje; cuando Homero había enhebrado su largo rosario de versos y cuando el Dante había cumplido su divino viaje.
Nuestra pobre América que comenzó su nueva industria cuando los toneles de Europa estaban traspasados de olorosos y antiguos alcoholes; cuando los telares estaban consagrados por las tramas sutiles y asombrosas; cuando la orfebrería podía enorgullecer su pasado con nombres de excepción; cuando verdaderos magos, seleccionando maderas, con cavidades y barnices, sabían armar instrumentos de maravillosa sonoridad; cuando la historia estaba llena de guerreros, el alma llena de místicos, el pensamiento lleno de filósofos, la belleza llena de artistas, y la ciencia llena de sabios.
Nuestra pobre América a la que parecía no corresponderle otro destino que el de la imitación irredenta. No podíamos intentar nada nuestro. Todo estaba bien hecho. Todo estaba insuperablemente terminado.

-¿Para qué nuestra música?
-¿Para qué nuestros Dioses?
-¿Para qué nuestra ciencia?
-¿Para qué nuestras telas?
-¿Para qué nuestro vino?

Todo lo que cruzaba el mar era mejor y, cuando no teníamos salvación, apareció lo popular para salvarnos. Instinto de pueblo. Creación de pueblo. Tenacidad de pueblo.
Lo popular no comparó lo malo con lo bueno. Hacía lo malo y mientras lo hacía creaba el gusto necesario para no rechazar su propia factura y, ciegamente, inconscientemente, estoicamente, prestó su aceptación a lo que surgía de sí mismo y su repudio heroico a lo que venía desde lejos. Mientras tanto, lo antipopular, es decir, lo culto, es decir, lo perfecto, rechazando todo lo propio y aceptando todo lo ajeno, trababa esa esperanza de ser que es el destino triunfador de América.
Por eso yo, ante ese drama de ser hombre del mundo, de ser hombre de América, de ser hombre Argentino , me he impuesto la tarea de amar todo lo que nace del pueblo, todo lo que llega al pueblo, todo lo que escucha el pueblo.
Para prologar este libro de Héctor Gagliardi, pienso en su autor y me pregunto: ¿Es un poeta? ¿Es un payador? ¿Es un cantor? No lo sé. Pero sé, eso sí, que él canta y que su pueblo lo escucha, mientras poetas nacidos de esta tierra que no son de esta tierra, viven arrojando parvas versificadas con resonancias exóticas, al abismo sin eco de la cultura vanidosa que, para mayor desgracia, tiene, bajo la cruz del Sur, el estigma trágico de la esterilidad.

HOMERO MANZI

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